El cadáver que envejece dentro de su tumba comparte con nosotros las numerosas facetas de la condición humana, que abarca tantas épocas y tantos géneros. Rob, Ed y Carmen recorren caminos que muchos hemos transitado cuando menos en la imaginación. Nos muestran descarnados deseos y apetitos que, al ser amordazados, terminan por perder permanentemente su voz. La fibra de la sexualidad es el claro hilo conductor entre estos tres personajes. Y, de la mano de la narración, recordamos que negarla significa negarnos a nosotros mismos y, por ende, deconstruir la otredad. En su vínculo estrechísimo, los tres protagonistas viven historias de amor marcadas por el miedo de encarar su esencia, relaciones que los doblegan al tiempo que los fortalecen en la certeza de que sólo se está incompleto cuando, por voluntad propia, se renuncia a lo demás.